Comentario:
La imagen corresponde a Ananda, el primo y acólito del Gautama el Buda. Él estuvo a la vera de Buda continuamente, atendiendo sus necesidades a lo largo de 42 años. Cuando Buda murió, afirma el relato que Ananda continuó inmóvil a su lado,
llorando. Los otros acólitos le recriminaron su incomprensión: Buda había fallecido completamente pleno; debería haberse alegrado por esto. Mas Ananda dijo: “Vosotros no lo comprendéis. Lloro, no por él sino más bien por mí, por el hecho de que a lo largo de todos estos años he estado continuamente a su lado y todavía de esta forma no me he iluminado”. Ananda continuó despierto a lo largo de toda la noche, meditando de manera profunda y sintiendo su pena y su dolor. Por la mañana diríase que se alumbró. Las temporadas de mucho dolor tienen el potencial de ser temporadas de gran transformación. Mas, para que se genere la transformación, debemos ir de forma profunda a exactamente las mismas raíces de nuestro dolor y experimentarlo como es, sin lamentarse o bien teniendo pena de uno mismo.
Ahora es turno de conocer la carta de la Pena, esta es una carta de Osho que primero que nada te recuerda que el sufrimiento no es solo a fin de que te sientas triste. Una fuerte emoción es una consecuencia de estar vivo, y esto no tiene por qué razón encerrarte en un estado de estancamiento y dolor extremo. Esto es una cosa que la mayor parte de las personas no consigue entender, cuandos se encuentran con una fuerte emoción prefieren el escape, este escape busca falsamente no enfrentar una realidad reflexiva.
Si miramos en nuestras herramientas para vivir, hallamos a la psique como primordial fuente para encauzar y supervisar los sentimientos, de igual forma que empleamos a la psique para aprender a redactar, para aprender a trabajar, debemos emplearla para aprender a conocernos. Es esencial que con la psique podamos supervisar los malos y buenos instantes, esta buenísimo estar bien, y asimismo esta buenísimo estar mal, pues de esta forma podemos rememorar lo que es estar bien y dejar bien claro las elecciones que debemos tomar.
A veces nos toca seleccionar mal, quizá por espejismos de nuestros deseos, tal vez por confiar en ciertas imágenes que no eran más que espejimos de una realidad que vista de otra forma podía ser realmente evidente. Ya antes de excusarse en otra persona, en alguna traición, o bien en alguna patraña sufrida es esencial reconocer que el primero que se confunde es uno mismo. Jamás te preguntaste por qué razón el vecino no se da cuenta de quién tiene cerca, o bien en el trabajo, o bien con algún familiar. Bueno de igual forma puede acontecer con nosotros, lo que nosotros a veces no vemos tal vez muchos lo ven, es por esta primordial realidad que la pena no puede tomar nuestro control.
No podemos atascarnos por fallos nuestros y mucho menos por fallos extraños, pues de igual forma que podemos fallar las demás personas pueden hacerlo. Hay cosas que no podemos o bien mejor dicho no debemos supervisar, si tuviéramos el control del resto personas solo estaríamos rodeados de marionetas, y creo que en el fondo absolutamente nadie desea eso, pues es tiempo de que aprendas la lección del instante y de que prosigas adelante, de que vuelvas a mantener el control de tus emociones y pensamientos para tener esa cuota de equilibrio que ayuda a sentirte fuerte y vivo.
Generalmente tras todo dolor aparece una iluminación, y de seguro después de este instante de pena te espera un nuevo aprendizaje de iluminación.